miércoles, 21 de abril de 2010

Cómo hacer de la necesidad virtud

En sus inicios, la idea de los fondos garantizados recibió muchos elogios. Era buena para todos. Para el ahorrador, se utilizaba el vehículo ideal (fondos ), en los que se plasmaban buenas ideas, se garantizaba una rentabilidad cierta o se ofrecía participar del alza de los mercados sin arriesgar el principal.

Para las entidades, se «ataba» al cliente durante un largo periodo, se ofrecía un producto novedoso se ganaban jugosas comisiones. El éxito se evidenció en un crecimiento continuado, llegando a representar más del 25% de la industria en sólo 5 años.

Personalmente, participé en la estructuración y lanzamiento de algunos de los primeros fondos y no creo ser sospechoso de tener nada en contra de ellos. Sin embargo, creo que se ha abusado de esta figura, utilizándola en la mayoría de los casos en beneficio de las entidades y no de los clientes, con lógicas excepciones, ¡que las hay! El problema no es el concepto, sino el uso que se hace de ellos.

Los garantizados han tenido una rentabilidad media anual de apenas el 2,4% en los 10 últimso años. Y lo triste es que, a pesar de ser raquítico, es la categoría que mejor resultado ofrece a los partícipes de fondos españoles en ese periodo. Y aquí es donde el título del ar´ticulo viene al caso.

Las gestoras han encontrado en los garantizados una de las pocas maneras de convencer a sus clientes para mantener el patrimonio en fondos y no es de extrañar que siga habiendo muchas que tienen en ellos su salvavidas. Todo esto pone de manifiesto un problema mucho más grave para la industria española: su incapacidad para generar valor. Con UCIT IV, el riesgo es evidente. Me pregunto si los garantizados no serán "el último superviviente" del sector en España.