miércoles, 6 de julio de 2011

Viaje a la India. Reflexiones

En Semana Santa tuve la suerte de pasar 10 días extraordinarios con Inma, mi mujer, en la India. El viaje fue interesantísimo desde todos los puntos de vista: social, histórico, cultural, culinario, espiritual, político y económico.

A continuación comparto algunas de las reflexiones y las vivencias de aquellos días. Vaya por delante que, como decía María Folqué, la India o te encanta o te horroriza. A mí me ha encantado.

Lo que queda por hacer es mucho. Carreteras, infraestructuras, servicios básicos...Organización! y sobre todo, acabar con la corrupción, presente a todos los niveles. Tanto es así que hay economistas reconocidos en la India que abogan por legalizar ciertos tipos de sobornos (small bribes) para acabar con la práctica...algo así como tratar de aflorar parte de la economía sumergida para nosotros. Estos mismos economistas advierten sobre las proporciones que tiene la corrupción a alto nivel y el impacto que puede tener en el desarrollo futuro del país. Lo cierto es que a pie de calle se percibe entre policías y funcionarios aunque para los extranjeros pasa como una especie de propina permanente...¿Se imaginan a un policía municipal pidiendo propina por dejarte pasar en un semáforo o a un portero del Prado pidiéndote lo mismo por cortar una entrada?...pues eso...

A pesar de todo, no me extraña el empuje del país y las tasas de crecimiento que muestra, ya que por encima de cualquier otra cosa lo que se respira es actividad, movimiento, ganas de hacer negocio...

El tráfico es una locura. Bicis, asnos, camellos, ciclo-rikshaws, moto rikshaws, coches, camiones, autobuses, comparten calzada y arcén en una especie de ley de la selva sin orden ni concierto.

En la autovía es lo más común encontrarte coches, tractores o motos en dirección contraria...nadie se sorprende.

Y los semáforos...cuando los hay, son meros adornos. Basta hacer sonar el claxon, una y otra vez, para hacerte notar...claro que no siempre funciona...cuatro accidentes "serios" en 700km recorridos.

Como decía el chófer que nos llevaba de un lado para otro "para conducir en la India necesitas 4 cosas: un buen freno, un buen claxon, un buen parachoques y buena suerte"!.

El ruido que genera este caos es ensordecedor. A todas horas hacen sonar sus bocinas a cada cual más estridente. Entiendo que mucha gente extranjera no lo soporte...

Además, el polvo de las "carreteras" sin o a medio asfaltar, se mezcla con el humo de todos esos cacharros...si, agobia un poco, la verdad. Aunque si te pones en situación es fácil hacerte a ello.

Pero no deja de ser una experiencia digna de ser vivida. No me extrañaría que alguien desarrolle un vídeo juego con el tema...algo así como "un paseo en moto por Benares (o Agra, o Jaipur...)"

El color de los sarees es impresionante. Contrastan esos tonos brillantes (naranjas, amarillos, verdes, turquesas) sobre la piel oscura de las mujeres indias.

Las vacas: omnipresentes. Igual en el centro de la ciudad que en mitad de una autovía. Sorprendente, pero te acabas acostumbrando.

Sorprenden esas ciudades "pequeñas" de más de 3 millones de personas en las que no hay edificios altos. Imaginaos la gente q vive en cada casa baja...siempre hay gente...a todas horas, en todos sitios. Claro que al lado de Delhi cualquier cosa es pequeña...

El comercio al borde de la carretera es otra de las cosas típicas. Mercados "improvisados" de víveres, puestos de comida, recambios de bici, de coche, de moto, ropa, cd's, dvd's... De todo. No hay que decir que no nos atrevimos a comer en ninguno de esos sitios...

Cuando viajas por carretera ves los campos cultivados "como antes": Pocas máquinas y muchas personas, sembrando o recogiendo el cultivo...hombres y mujeres, estas en sus coloridos sarees. El contraste es precioso.

Y entre campo y campo, "fábricas" de ladrillos hechos a mano y cocidos en chimeneas al borde de la carretera...así durante kilómetros. La pena: ese humo negro saliendo de forma continua en medio del campo. Y el resultado: De nuevo el caos...cientos de camiones cargando los ladrillos en cualquier sitio con destino...¡cualquier lugar!

Los camiones son otro espectáculo. Coloridos por delante (amarillos, rojos, naranjas...), con señales de "please Blow Horn" escrito por detrás. Eso sí...ninguno de ellos pasaría la más ligera ITV en Europa. No hay más que ver las ruedas, la cabina del conductor o la forma de llevar la carga... Hay zonas de la autovía en las que paran a decenas para arreglar "pequeñas cosas". Los supuestos mecánicos, mugrientos, aparecen y desaparecen debajo de los camiones...sin prestar atención al tráfico que tiene que esquivarlos como si de moscas de tratara....

Cuando oyes a gente sacarse del bolsillo eso de la "alianza de civilizaciones" y viajas a un país como la India lo mínimo que te entran son ganas de partirte de risa...que le vengan con esas sandeces a un país con 1.125 millones de personas, de mayoría Hindú, pero con una población musulmana que sería el segundo país de esta religión más grande del mundo (tras Indonesia). Más de 150M de musulmanes y creciendo, pero conviviendo bajo una bandera y con unos ideales de libertad e igualdad entre los "originales" hindúes, los jainistas, los sighs, los cristianos, los budistas y los propios musulmanes. Evidentemente se palpa tensión al ver la ingente "seguridad" que rodea lugares sagrados para unos y otros (por ejemplo en Venarasi, ciudad santa para los hindúes) o en cada hotel de lujo. Y no es para menos tras los acontecimientos de Mumbai y el propio Venarasi del año pasado. Pero lo cierto es que se respira respeto y convivencia.

Siendo español no puedo por menos que sentir pena y frustración cuando veo como un mosaico de civilizaciones, culturas, lenguas, tradiciones y, sobre todo, religiones, son capaces de unirse para crear un todo, algo que les une y les hace prosperar sin tener que renunciar a nada de lo citado anteriormente...
Y ese todo es su país, su bandera, su himno.

Otra de las cosas que me han llamado la atención se refiere a la obsesión por la formación. Creo que no me equivoco si digo que el anuncio más repetido en todas las carreteras es el relativo a la educación. Desde el junior y senior college hasta la universidad y los MBA. Periodos de matrícula, cualificaciones, facilidades, etc... Todo para llenar colegios y universidades que salpican la carretera y las ciudades que hemos visitado.

Y varias notas: la primera, en la Universidad más grande de Asia (en Benares), también había un afamado y respetado por todos, templo hindú. A nadie le molesta ni le supone un atentado a ninguna libertad o condición...lleva siglos allí...

La educación con mejor fama en toda la India es la impartida en centros católicos. Tampoco parece que a nadie le moleste la presencia de profesores-sacerdotes en las aulas de las universidades, públicas o privadas. Más bien al contrario.

Respecto a la religión, es verdad lo que decía un sacerdote, gran amigo nuestro, sobre la espiritualidad en la India. Decía que para él, India es el país más espiritual de la tierra. Y esa es la sensación que nos llevamos. Se trata del respeto a sus tradiciones, a sus dioses, a sus enseñanzas. Toda su actividad está rodeada de esa espiritualidad. Donde más evidente se hace es en Venarasi, la ciudad sagrada, la ciudad del Ganges a donde todos los hindúes tienen que ir una vez en la vida para sumergirse en sus aguas y purificarse.

Pero no hace falta ir allí para respirar esa espiritualidad. Los templos privados, las ofrendas, el yoga, etc...se ven, se sienten en cada pequeño pueblo, en cada hotel.

Respecto a Benares (Venarasi), pensé que me impondría más ver a la gente meterse en el agua, la misma en la que sumergen los cadáveres antes de quemarlos...y a pocos metros... Pero a poco que te "empapas" de la cultura y del significado de las cosas, lo aceptas y llevas, creo, con naturalidad.

Desde el punto de vista estético, las imágenes no tienen desperdicio. De nuevo las mujeres con sus sarees brillantes, a punto de sumergirse en el agua o cambiándose, llaman la atención. Bien antes de que salga el sol, momento del baño, o una vez oculto, momento de los rituales, con sus mantras, su música y, siempre, su colorido y su multitud.

La comida merece capítulo aparte (impresionante), al igual que los hoteles (que gozada), los spas (superiores), los aeropuertos (enormes), y tantas otras cosas que hacen que, a pesar de mis reticencias iniciales, ¡quiera volver!

Y todas estas reflexiones las enlazo con algunos artículos e informes que he leído últimamente sobre China y los cambios que ha experimentado el país en los últimos tiempos. Muchos de esos artículos se remontan a una época en la que las carreteras, los vehículos, etc me recuerdan a lo que aquí describo. No he estado en China. Es un viaje pendiente. Lo que no sé es si en materia económica seguirán el mismo camino. Y la influencia de la política en uno y otro caso. En cualquier caso, está claro que tenemos que mirar hacia el Este…