viernes, 5 de agosto de 2011

Situación de mercado

Son muchos los clientes, amigos y conocidos que me preguntan estos días por mi opinión, no solamente sobre el mercado sino sobre la economía en general. La caída de las bolsas y, sobre todo, la subida de la rentabilidad de la deuda española acapara un día sí y otro también, las portadas de los informativos y de los periódicos haciendo que la preocupación de la gente aumente.

Vaya por delante una primera y muy honesta declaración: Ni siquiera los profesionales del mundo de la inversión, con multitud de años de experiencia en los mercados sabemos a qué atenernos cuando estos no obedecen a criterios estrictamente fundamentales. Y este es, sin miedo a equivocarme, uno de esos momentos. Conocemos los datos fundamentales, sabemos que hay muchas sombras pero también sabemos que hay luces. Y sin embargo, la gestión política a ambos lados del Atlántico está poniendo en entredicho todas las actuaciones estrictamente económicas llevadas a cabo en los últimos tiempos. Creo que la desconfianza en la clase política, la que tiene que ponerse de acuerdo para sacar adelante la situación, es la que ha sembrado de dudas el futuro de las finanzas internacionales y es por esto que desconozco el alcance que la crisis puede tener en el futuro.

Los países desarrollados se enfrentan a serios problemas financieros resumidos esencialmente en el desorbitado nivel de endeudamiento y en las bajas perspectivas de crecimiento. Ninguno de estos problemas es desconocido para los economistas. El mundo ha pasado antes por esta situación si bien es cierto que nunca, salvo en épocas de conflictos bélicos, habían coincidido en el tiempo en los dos principales bloques económicos mundiales (hoy por hoy EE.UU y Europa). Pero también es cierto que a nivel mundial la economía seguirá creciendo este año a tasas próximas al 4%, gracias principalmente a la aportación de los países emergentes, otra novedad, en este caso positiva, del escenario en el que nos movemos.

El desplome que han sufrido las principales bolsas internacionales en las últimas semanas vuelve a situar las valoraciones de las mismas en niveles muy atractivos, tanto en términos absolutos como en términos relativos. Cualquiera que sea el sistema utilizado arroja conclusiones parecidas. Sin embargo, nadie presta atención a estos aspectos y vemos como la cotización de empresas sólidas, con fuertes crecimientos en sus ventas, con poco o nulo endeudamiento sufren lo mismo que otras compañías con perspectivas mucho peores

Al mismo tiempo, los mercados de bonos reaccionan de la misma manera: ante noticias teóricamente positivas reaccionan tímidamente al alza en precio para luego volver a recortar. De nada sirve comprobar la buena gestión del Tesoro español con los vencimientos de este ejercicio o comprobar que las cifras de déficit están dentro de los objetivos marcados. Ni siquiera tiene impacto la convocatoria de elecciones anticipadas. Como tampoco lo tiene el acuerdo alcanzado en EEUU para reducir su déficit en los próximos años. Es verdad que puede ser insuficiente, pero ¿acaso no es mucho mejor de lo que había la semana pasada?.

Lo que esto refleja no es ni más ni menos que el miedo y el nerviosismo se han apoderado de los inversores y que los especuladores campan a sus anchas ante la falta de decisión política. Esto se puede comprobar con la ruptura de niveles de mercado (índices) que hasta hace poco eran vistos como “sólidos”. Y la situación se retroalimenta. Así, en pocas semanas, la mayoría de índices occidentales han enjuagado las ganancias que acumularon en los primeros compases del año para situarse ahora con pérdidas generalizadas próximas al 10%. Esto supone caídas superiores al 15% en apenas un mes para muchos índices.

Por si esto fuera poco, cuestiones más puntuales y esperemos que coyunturales, agravan el panorama: Aumento de la inflación por la subida del petróleo, de los alimentos y de otras materias primas, Libia, Siria, … no son precisamente buenas noticias.

En esta coyuntura, hemos decidido reducir significativamente la exposición a renta variable de nuestras carteras. Es una decisión coyuntural basada en la forma de entender el mandato de nuestros clientes. Nuestra obligación es preservar su patrimonio y por tanto, ante el aumento de la incertidumbre debemos extremar la prudencia. Tiempo tendremos de aumentar la exposición de las carteras cuando el horizonte sea más claro. Corremos el riesgo de perdernos un hipotético rebote, pero preferimos apostar por la seguridad.

Os deseo un buen verano y que todos tengamos oportunidad de descansar.

4 de agosto de 2011